sábado, 12 de mayo de 2012

Año sabático


Me he dado un año sabático. O medio sabático. Porque aun no puedo dejar de trabajar del todo aun porque mi tío multimillonario aun no muere y no sé si me ira a dejar algo pese a ser su sobrino confidente. La verdad es que el viejo es bien cagado con la plata. Así que dejemos la idea de que el viejo me deje algo y mejor pienso que no me tomo el año medio sabático porque aun no me gano la lotería. 

Medio sabático. Apenas congelé un año de universidad por razones económicas y de sanidad mental. El año anterior fue un año donde dormía como mucho 4 horas diarias, eso sumado a las 12 horas de trabajo, las 5 de estudio y etc., me dejó colapsado, literalmente. Si no fuera tan sano para vivir hubiera terminado con una depresión aguda. Sumémosle a eso que terminé con mi novia, debí vender el auto, debí operarme de una lesión en la pierna, pasar mil y  un exámenes en la universidad, encargarme de un asunto de vital importancia en el trabajo, que prácticamente era mi pase al otro año de contrato, y etc.

Ahora las horas son eternas. Tengo auto de nuevo, pero no tengo ni clases después del trabajo ni una noviecita con quien pasarla bien en estas largas y eternas tardes. He vuelto al vicio del a lectura, la guitarra y las películas en blanco y negro, pero aun así las tardes son eternas. Sigo durmiendo las 4 o 5 horas de siempre, sigo comiendo sano y de lo único que tengo que ocuparme es de mi trabajo. Aun así, me aburro. Tengo un alto de casi 14 libros que leer aun, un montón de películas sin ver, otro montón de comics que leer, me ha subido el sueldo, he cambiado de posición laboral y aun así algo me falta. 

El año pasado, además de todo eso que me ocurrió, falleció mi abuelo, y dos meses más tarde falleció mi padre. Y conocí a mi hermano, que vive en el extranjero con quien no tenía contacto de ningún tipo pues es fruto del segundo matrimonio de mi padre. Todo eso, la universidad, la venta obligada de mi auto, el termino con mi novia de casi dos años, la operación a la pierna, las presiones en el trabajo para renegociar el contrato por otros 5 años, tener que viajar de improviso casi 4 mil kilómetros por lo de la muerte de mi padre, etc., etc., colapsan a cualquiera. Volviendo a mi ciudad, terminé fumándome algo con un amigote en la costanera, repasando el año de mierda, esperando que me recontrataran, mi novia decidió que no quería seguir conmigo si no me decidía a “algo más serio” con ella, las notas de la universidad daban pena, un infeliz me chocó el auto estando estacionado, etc., etc., así que, mirando el frio mar, simplemente hice lo mejor que podía hacer: frenar la maquina. 

Frenar la maquina, mirar el vacio de un atardecer, dedicarme a mí mismo, respirar, hueón, todos necesitamos un rato de respiro.

Que se jodan los demás, los compromisos, los exámenes, el andar corriendo, no. Nada más por ahora. El otro año, retomar las clases, pero ya más calmado, más relajado, no hay para que colapsarse por nada. Me recuerdo que estudio por placer casi, por gusto, porque no puedo estar sin hacer algo más que no sea mi trabajo monótono de oficinista, necesito emplear mi cerebro más allá de mi propio deber solitario de cientista político y escritor y músico. Necesito estar usando mi c.i. en más de lo que uso siempre. Pero este es mi año sabático, mi año de descanso.