Y que te veías linda con esa pancita, con esa carita añoroza, mirando las cositas de bebe, esperando la próxima ecografía, ¿te acuerdas? Había como más luz, como más tiempo libre para abrazarnos, para acostarnos, para conversar de cómo le pondríamos, de cómo iba a ser, de que se demoraba tanto en pasar el tiempo…
Te veías tan bonita, tan contenta esos días, y pintamos la casa, y arreglamos una pieza, sin colores aun, porque no sabíamos a esa altura si era machito o hembra lo que venía...
Te reías todo el día, andabas siempre cansada, pero reías aun cuando debías ir al baño a cada rato, que la incontinencia, me decías, que el bebé ésta ocupando toda la pancita y aprieta todos los lugares, decías.
Me gustaba llegar a casa aunque fuera a cambiarme de ropa para partir de nuevo a la pega, eran días duros, pero el olor del hogar y tu risa lo alegraban todo…
Rompiste la guitarra un día, no la viste y la pasaste a llegar, estabas llorando ese día, por la guitarra, que me iba a enojar, pensabas, que qué ibas a hacer, pero no pude más que reírme, era una guitarra vieja, lo importante era que estabas bien, y te reíste, y tomamos unas fotos, y salimos esa tarde a buscar la cunita y el resto del ajuar para el bebé.
Llegó el día de saber que era, machito o hembra, y tu no querías que entrara contigo, y el doctor te dijo que no importaba, pero al final igual entre, y recuerdo los sonidos de la maquina esa, pasando por tu barriguita, y tu risa nerviosa cuando escuchamos el corazón del bebé, y el médico apunta a la pantalla, y nos dice “es un niñito, ¿ven? Ahí se notan sus genitales”, y te pusiste a llorar, y yo casi, casi, porque me tuve que aguantar, y volvimos a casa inventándole nombres, imaginándonos su rostro, si seria feo como yo, de mal carácter como tú, o si acaso le importaría a él todo eso, cuando lo único importante era que estaba sano, y era fuerte. Tanto que costó que llegara, tantas pruebas de mierda, de esas que dan rabia, pero estaba ahí, vivo, alegre, pateando como Chuck Norris a tu barriguita. Y cómo nos divertíamos hablándole, poniéndole música, contándole cuentos, y yo le hablaba mientras tu dormías, que vas a ser un campeón, le decía, un hermoso demonio como nosotros dos, porqué se sabe, lo más lindo es lo que más cuesta conseguir, y cresta que nos costó que llegara él… que apareciera en tu barriguita, que empezara a crecer, y te cantaba canciones, ella te tejía ropita celeste…