lunes, 8 de diciembre de 2008

Perfume



Cierro los ojos
Elevo mis sentidos
Lentamente huelo
Y adivino tu espalda

Desnuda
Alta
Erguida
Como una suave cascada
Como un velo místico
Como un muro de humo blanco

Profundo me pierdo
Siento tu perfume
Otra vez estás aquí
Otra vez adivino tus pechos blancos
Otra vez tu risa explota en los rincones

Pasillos carcomidos
Que ahora se vuelven nubes astillosas
Rincones atormentados
Que ahora son de nuevo la vida

Desnuda
Pieza inconsistente de porcelana enmohecida
Blanca como nadie
Frágil
Mil veces frágil

Intento no caer
Sosteniéndome tontamente en mi sangre derramada
Pasamano inútil
Estéril intento de niño lisiado
Vigas que rompo de llanto y gritos
Gritos que secan mi sangrienta garganta

Solo tu perfume
Delicado
Tenue y vivo
Ha quedado en esta habitación blanca….

Oh musa imberbe!!



Oh, musa imberbe
De malos consejos
De malos ratos
Oh, tu, musa oscura
Delirio de horas soñolientas
Farol de túneles oxidados
Oh, tu…
Oh…

Mala sombra que te yergues sobre pastos ya quemados
Añorando el soplido de recuerdos, del pasado
De luces nunca vistas
De sueños irrealizados
Oh, tu, soñolienta
Caricia nunca dada
Beso nunca robado

Oh, tu
Que vienes de horas muertas
De soledades obtusas
De rincones olvidados
Oh, tu que vienes
Tan alegre
Tan campante
Tan sombría y arrogante

A arrastrarme
A encararme
Mi mala fe
Mi falta de afectos
Mi ansia por deseos que reniego
Oh, tu
Mala sombra
Que traes del pasado las demás sombras
De cosas nunca dichas
De cosas nunca hechas
De hechos inconsumados

Oh, tu,
Áspid de alas terribles
De cara tan amable, tan dulce, tan gentil
Que de tal forma te me allegas
Tan de cerca
Tan de frente
Para clavar en mí
El puñal oscuro de la deshonra

Sweet dreams in flesh made



Sueño contigo
Espalda fina
Rota
Angustiada
Sueño contigo

Anhelo contigo
Asfixia que quema
Cigarrillo que ahoga y sacia
Calma que viene antes de la tormenta
Mis manos tiemblan ante el asomo de tu voz
Anhelo contigo

Quemas
En lo profundo de mi piel
Con un cincel afilado, ardiente, lejano, ajeno
Abres heridas que lamo con gusto
Parapléjico de emoción
Dejo que quemes

Me ahogas en tu aliento
En tu risa
En tus sombras que sabes bien sembrar
Dejas tu perfume nauseabundo alrededor
Como diciendo “soy real”

Quemas
Ahogas
Matas y revives el hombre en mi interior
Ese pastor callado que quiere ser emperador
De una tierra de extraños
De un terreno vetado
De un sueño de espejos

Ardes
Besas risueña
Incendias con tus verdes ojos
Y revives la ilusión

domingo, 7 de diciembre de 2008

Bastian, otra historia de las mias

6
VIAJES MALDITOS
Y VIAJES A LO INFINITO


No, si la culpa era de ese hijo de puta.
De eso nada que decir.
Lo supo cuando Gutiérrez tragaba saliva y la expectación del público (del puto público) y las miradas de preocupación de los demás, y él que se quedó mirando ese millón de segundos a ver que cresta se podía hacer para arreglar esa tremenda cagada que Gutiérrez se estaba mandando ante un auditorio repleto.
Apenas eso, supo lo que pasaba.
“Le hicieron la cama”
“ Lo tienen listo con el sobre azul...”
Se acordó de eso en ese millón de segundos, y las imágenes en su cabeza calzaron.
Entonces la música, entonces la mirada de Gutiérrez como preguntando “y ahora qué”, entonces la mirada al auditorio, y un gesto suyo, y Gutiérrez reaccionó siguiendo la pauta que Bastián le diera media hora antes en la habitación del hotel.

Les cagó el plan. De eso era lo único que estaba seguro.

Pero ahora, camino a Punta Arenas, sabía que intentarían algo más contra Gutiérrez, era de suponer, desde que Gutiérrez se metiera con sus cosas de cuentas donde no debía, que algunos hijos de la grandísima puta lo querían cagar, y eso incluía a dos “peces gordos” de la gerencia.
Pero no contaban con su astucia.
¿Qué le podía importar a él, justamente a él, que Gutiérrez quedara cesante? ¿Le importaba acaso pensar en sus hijos, en su esposa, en su amante veintiañera? No. Era algo más grande, era algo que, vaya a saber humano alguno, se llama espíritu de caballero.

Por eso todo el pique desde ese hotel de La Serena hasta el aeropuerto, por eso en el avión desde La Serena hasta Santiago, desde Santiago hasta Concepción, desde Concepción hasta Temuco, de Temuco a Valdivia, de Valdivia hasta Osorno, y de ahí a Puerto Montt, y del hotel luego de todo lo que se hizo ahí, al aeropuerto El Tepual de Puerto Montt con el notebook encendido, haciendo y rehaciendo el discurso que Gutiérrez, otra vez Gutiérrez, debía dictar, pese a su terror escénico, pese a su miedo a dar discursos, a su temor a quedar tartamudo, a hacer el ridículo, a que le jodieran el trabajo como sabía que se lo querían joder desde que se metiera donde nadie le dijera que se metiera.

Así que Bastián, ojos cansados, aburrido de esa comitiva de mierda donde lo habían metido por ser el “único en la empresa” que sabía el tejemaneje de esas giras de charlas que daba la empresa todos los años para buscar nuevos socios, por eso Bastián ahí, el único que parecía saber qué cresta estaba pasando entre esos cerdos fascistas y Gutiérrez, y que me lleve la gran puta que sí se lo iban a cagar no más, y Punta Arenas era la última oportunidad de Gutiérrez de salvar el culo dignamente, o irse al carajo con hijos, mujer y amante veintiañera incluida.
- ¿no te cansa esa cosa? – le preguntó uno, en el transfer desde el aeropuerto de Punta Arenas al hotel en que se iban a hospedar mirando al notebook que él tan solicito llevaba encendido al parecer todo el tiempo.
- no, termino esto y me retiro a descansar...
- llevas todo el viaje hueviando con los gráficos y el discurso del Gutiérrez...

Bastián miró al imbécil de Gutiérrez, y al ver su vejez absurda, su pinta de oficinista de clase media, sus arrugas marcadas, sus lentes poto de botella y su cara de tonto al dormir, casi se arrepiente de estarle echando una mano en esa lid violenta en que se había metido por su “falta de carácter” y su “obsesiva compulsión a trabajar mas allá de lo que le convenía”. Casi, pero al verle la cara al que le hablaba, al acordarse de ese maricón hablando en el baño del hotel en Valdivia por celular con alguno de los que le habían hecho la jugadita a Gutiérrez, sus palabras de rabia de que Gutiérrez, de que ese malparido se la pudo esta vez, que no, que si no fue en Valparaíso, ni en Rancagua o donde fuere... sí, yo te aviso viejito, ya, bye... Ese hijoputa, claro, era uno más... pero ¿Qué cresta fue lo que Gutiérrez descubrió que lo quieren echar tan desesperadamente?

Bastián se quedó mirando el resto del camino a la ciudad. No mucho que ver en realidad: Nada de árboles, nada de carretera, nada de gente en las calles, nada de nada, solo el frío, el viento de mierda, y el hotel ése, parecía sacado de una mala película, pero bien atendido, gracias a dios.

Fuera lo que fuera que Gutiérrez supo, era grave, esa tenía que ser la única razón para que lo siguieran y lo mandaran lejos de la empresa a dictar parte de una charla imposible para atraer inversionistas a la empresa. Charla que sabían, por sus datos personales, que le iba a costar dictar, porque sabían que no podía responder preguntas complejas, que se le atragantaba el choclo en el cuello, que le sudaban las manos al tener que pararse ante más de diez personas, y que si él estaba en medio, que si los porcentajes de inversionistas “no eran los esperados”, los “calculados por los empresarios”, los ya necesarios “para expandir más aun el área de producción e influencia de la firma”, ellos sabían a quien echarle al culpa. Fácil el chivito expiatorio.

Bastián, entonces, supo que, aparte de ser él apenas una ficha más, una especie de apoyo logístico y administrativo, de cuasi ayudante psicológico para esos que iban en la delegación, era una suerte de instrumento para evitar eso que debía evitar: Que cagaran a Gutiérrez.

No sabía por qué, que no era asunto suyo, de hecho, que Gutiérrez era el que menos le importaba de su sección, y, de hecho, no le importaba. ¿Porqué hacerlo? ¿Porqué salvarle el culo a ese tipo cuarentón y poco amable, porqué a él?

Esa noche en el hotel, la secretaria del sr. Andrade, el que iba a cargo de todo, o sea, el cabron del baile, la secre, la Valentina Mackenna, lo pilló caminando por uno de los pasillos, fumando, fingiendo que no pasaba nada, mientras afuera corría un viento que te lo encargo, le pidió que si porfa, Bastián, ¿puedes acompañarme a una copa?, y él, que no bebo, en serio, y ella, que anda, una sola, que me siento solita, y él, que apaga el cigarro en un cenicero improvisado, y que por ser tú no más...
- ¿Verdad? – dijo ella mientras él le servía ese champagne que ella pidió, en el comedor casi desierto del hotel.
- ¿Qué?
- que sales con la hija del jefe...
“Fantástico”, pensó él llenando su vaso.
- no, ¿quién dijo eso?
- es el rumor que corre por toda la empresa...
La Valentina parecía sonreír con cada palabra.
Y él aprovechó de arremeter sin asco a esa pregunta.
- ¿y es verdad que eres la amante del jefe de mi sección?
Ella lo miró asustada, pero sonrió al final.
- ¿más rumores? – preguntó ella.
- no: los vi saliendo del motel de la otra cuadra de la empresa hace dos semanas.
Ella quedó helada.
- no le he contado a nadie, ni me interesa, no es asunto mío... – aclaró él bebiendo de su copa.
Ella bajó la mirada avergonzada. ¿Cómo podía él saber “eso” exactamente, sin que ella supiera nada de él más que por los rumores?
- mira: por mí nadie se va a enterar, es tu vida, no la mía. – le dijo él serio.
- Bastián, por favor te pido que no le digas a nadie... – suplicó ella mirándolo avergonzada.
- ya te dije que no es mi asunto, Valentina. – dijo él seriamente, pero sin preocupación.- claro que todo tiene su precio...
Ella lo miró sorprendida.
- nunca lo hubiera pensado de ti, Bastián... pedirme eso... o sea, tu me gustas, pero...
- alto ahí, alto ahí. No te he dicho nada, no te imagines cosas. Lo que yo te quiero pedir es información.
Ella asustada que no podía más.
- ¿qué tipo de información? – dijo ella.
Bastián sirvió otra copa para ella.
- mira, Vale, tu me caes rebién, en serio, y no quiero... ah, al carajo, ¿sabes que cresta pasa entre el Gutiérrez y el Andrade?
- nada que yo sepa...
- ¿no te ha dicho nada el jefe de sección?
- ¿de qué?
- hace algunos meses se perdieron doce millones de pesos de la empresa, maquillaron los informes, y Gutiérrez lo descubrió y lo quieren cagar por miedo a que dé cuenta en el Servicio de impuestos, ¿no sabías?
- ¿de donde sacaste esa información?
- Tú eres la que trabaja en finanzas, ¿o no? ¿Por qué no sabes lo que pasa con las platas que se supone ustedes administran?
- de verdad que si eso pasó no fue en finanzas...
Bastián sonrió con ironía.
- gracias... – le dijo.
- ¿porqué?
- solo quería saber si había sido en finanzas o en contabilidad donde se perdió la plata.
Valentina volvió a quedar en blanco.
- pero... pero tu...
- ahora falta saber a dónde se fue esa plata. – aclaró Bastián. - ¿no te conté que estudié contaduría y administración también?
Ella se quedó mirándolo, tratando de aclarar las cosas.
- ¿vamos a una disco? – le dijo él bebiendo de su copa.
- pero si se supone que tu eres gay...
Bastián se rió de buena gana.
- si fuera homosexual no se correrían rumores por la empresa de que ando con la hija del súper jefe, ¿o no?
Ella se sonrió casi con incredulidad.

* * * *

Bastián casi no cabía en sí cuando los aplausos llenaron el auditorio de la UMAG a lo que Gutiérrez finalizaba su discurso, y le dio una mirada al sr. Andrade, que aplaudía con desgano, con cara de choreado, y entonces Bastián subió al palco y fue el primero en felicitar a Gutiérrez con un abrazo fuerte.
La Valentina le dio una mirada medio cómplice a Bastián.

Al final, las cifras azules en las carpetas, las fotos de los foros, las expos, las galerías. Todo bien. Al carajo de bien.
Y la cara de algunos cuando llegaron a la empresa ese lunes, las caras de esos cerdos, y la próxima denuncia y ascenso de Gutiérrez a jefe de personal de la sección finanzas, Bastián que no contaban con su astucia, hijos de la gran puta, no se lo esperaban de ese modo...
En realidad, nadie lo esperaba de ese modo. No de Bastián, no de Gutiérrez, no de la Valentina, que terminó peleada con el jefe de la sección de Bastián, que era su amante.
Y Bastián, celebrando a puerta cerrada, cerveza en mano, peli de terror en la tv, y la duda de esos rumores de que él, justamente él, maldita sea, andaba con la hija del jefe, la de 14, la de siempre, esa que iba a darse una vuelta a la empresa a ver a su papá, pero que en realidad siempre pasaba a verlo a él, que estaba o pegado en el computador, café en la mano, cigarro en la boca, lápiz en la oreja, o mirando por la ventana con un café descansando un poco de la pantalla brillante, y ella que llegaba ante la vista de todos llamándole “tío” cuando mejor le decía Bastián no más, ¿no ves que me joden los demás?, y ella que se reía, que vine a ver a mi viejo, pero que no me pesca, en cambio tú sí...
Y Bastián celebrando y mirando el celular que suena anunciando otra de esas miles de llamadas que ella le hacía, y que él no iba a contestar ni loco...

Makoto, la espada silente 1

Makoto, la espada silente

Introducción 1

Lamento del Guerrero

1

Alegres eran los momentos
Alegres
como jazmines en primavera
Alegres eran las voces de victoria
Al volver a la ciudad

En lo alto de las casas
las banderas enarboladas
Nos mostraban el júbilo del gentío
De mis amigos pueblerinos
De mis camaradas del campo
De las mujeres sencillas de las arroceras
Por quienes luchábamos
Por quienes moríamos allá lejos, en la guerra terminada

Con comidas y bailes celebramos la victoria
Volví al fin a casa
llenando de honores nuevamente a mi señor
Eran los tiempos nacientes de una paz duradera
Era el tiempo de volver a sembrar
De volver a criar niños
De cabalgar por los prados
Y volverse simplemente un poeta mas en los bosques
Un guerrero en su descanso otoñal
una hoja de árbol que se agita con el viento
Sin mirar por más

2

Llegó el invierno,
Luego el verano
Entró la primavera
Y un nuevo viento sopló

A lo lejos veíamos grandes barcos
Eran barcos de mi señor
Enarbolando nueva bandera

Del alegre amarillo de fondo y el gorrión negro de la victoria
Nació una bandera extraña
Roja sangre con bordes amarillo oscuros
Y en el centro un dragón de dos cabezas
Que surcaba la bandera

El viejo emblema fue dejado de lado
Y partí con mis hombres donde mi señor
Para conocer lo que no sabíamos

“mi señor” le dije
“hemos visto vuestra nueva bandera
En la lejanía de las olas
Agitándose sobre los vientos
Como un demonio que asola las costas
Que asusta a los campesinos
Que aleja a los viajeros
Que acongoja a las mujeres

La gente de los pueblos pregunta a nosotros, mi señor,
Y por respuesta otra pregunta les damos
¿Acaso es su obligación saber las cosas de nuestro señor?
¿Acaso la paz que ganamos les parece falsa que temen
a una nueva insignia real?

Ellos, bajando la cabeza, no han respondido
Pero esa pregunta seguirá rondando
Si por su mano no se aclara este desconcierto, mi señor”

Y él, sonriendo, como solo un Gran General sabe hacer,
Me respondió así
“Mi honorable Makoto,
grande has sido en loas en la guerra
un gran señor de la tierra eres hoy
a tu lado vez a tu padre, Hiroto, grande también en hazañas y loas
a tu otro lado vez a Senki, tu primo y maestro
quien en su silencio se manifiesta a través de ti, su mejor discípulo.

Has sido emblema en la guerra para mis hombres
Has sido la alegría en los momentos de tristeza
Eres la voz calma que acalla las olas
Y así mismo has calmado el clamor del pueblo...

Pues ahora les digo esto, camaradas,
Guerreros, grandes samuráis:
El gorrión ha crecido
Ha conquistado al caballo y a la serpiente de los montes y las costas
Y se ha convertido en poderoso dragón
En insignia real imponente

En poco tiempo partiremos al norte
Hacia Heian y Nagoya
Venceremos en la capital, y seguiremos a Honshu,
para conquistar finalmente Hokkaido y el mar de Ojotsk
Shogun me volveré
Y ustedes serán mis daimyos
Mis leales guerreros
Mis mejores aliados

Una vez conocí al Shogun
Y sobre él cargaremos ahora

El dragón se ha levantado para conquistar Japón
Sobre las olas y los montes cabalgará
Y sobre los demás caerá nuestra victoria

Así que, Makoto, mi querido amigo
Y todos ustedes, grandes samuráis
Vuelvan ahora a sus casas
Disfruten de sus esposas y concubinas
Y dejen un buen recuerdo en sus hijos
Que no sabremos si hemos de volver a verlos

Así que, mis guerreros,
Volved y disfrutad
Que al fin del invierno partiremos
A la guerra otra vez...

-Otra Saga que inicia en esta pag. el año 2005. Consta de 3 libros de aprox. 200 hojas cada uno, es la historia de un samurai exiliado de nombre Hitoshi, pero que cambia al nombre
- Si quieren que siga publicando avisen

Un pequeño "borrador" para uno de mis libros

“si tienes miedo, el miedo atraerá lo que temes”.
Esa fue su primera lección. Lo primero que aprendí de brujería, y me lo enseñó un cura…
Que irónico… tenía tanto miedo que me meaba de solo ver a aquel pendejo hueón cerca. Cada vez que me veía, cierto, olía mi miedo, y ese olor lo atraía… lo supe mas tarde. Sabía que le temía, esa era su arma… su poder sobre mí… y debía romper ese circulo, romper la balanza del miedo…
Ese miedo, me dije una noche temblando en el water del colegio en medio de una paliza que me daban ese hueón y sus amigotes de mierda, ese miedo era lo que me paralizaba, el miedo de ser inferior, de ser pasado a llevar, de no poder pararlos cuando me agredían…, no el dolor en sí, como entendí mientras me partían las costillas a patadas, el dolor me paralizaba, igual como un conejo frente a un foco, quedaba esteril, sin fuerzas, y necesitaba fuerza para parar todo el dolor, para invertir el orden, para ser fuerte, y para eso necesitaba el odio, no paz y amor, no poner la otra mejilla, eso solo alargaba mas el sufrimiento, necesitaba llegar al odio antes que al dolor, y así, dejar de temer…
Lloré por última vez ante los ojos de esos pendejos de mierda aquella noche. Tenía 10 años. Sangraba por todos lados, se fueron riendo, burlándose de mí, de mi patética y debilucha postura. Fue la última vez que me vieron así…
“el miedo atrae lo que temes”. Que puta y gran lección. Pasé 5 días en la enfermería. Nada grave. Dos costillas fracturadas, la cara hecha puré y nada más. Una camisa de yeso que llevé casi 3 meses y las burlas de esos conchesumadres… pero ese mes no me molestaron mas. Ese mes pensé en esa frase. Ese mes, entre sus bravuconadas y sus burlas, comencé a pensar…. En la venganza.
Un niño de 10 no piensa en eso. Pero ya, era yo, y ya pensaba que no existía el viejo pascuero a los 4, cuando se supone que debía creer en él a pata junta. Lo mismo con lo de dios. Tenía 9 cuando cuestioné a un cura en plena clase de catecismo. No me acuerdo bien qué le pregunté, era algo con lo de la guerra en el cielo, el dios vencedor y sabio, lleno de amor… el porqué expulsó a su primer hijo, Luzbel, del cielo, en lugar de explicarle lo que él pedía. Porque el dios de amor mandó a la chucha a su preferido… y lo cambió por un secundón como Jesús…. Al cura no le gustó, no que cuestionara. Bueno, eso tampoco, eso y que le dijera secundón a su dios Jesús. Eso y que pensara por mí mismo. La cosa funciona solo si no cuestionas. Así funciona la fe católica. ¿O no? Pero yo cuestioné. Yo pensé más allá de las palabras de un cura de pueblo que no llegaba más allá de su puto Cristo. Y de regalo me voló la cara de un palmazo. Ante las burlas del resto, ante el dolor de ese golpe injusto y maricón, no tuve miedo, por primera vez, en serio, odié. Odié tanto que mi odio se volvió a ese cura como una mirada, sentí un calor inundándome el cuerpo, un calor que me vigorizaba, que me fortalecía, que me hacía sentir indestructible, grande, poderoso, y miré a ese viola-niños a la cara con un odio que lo hizo retroceder, su gorda cara se había pasado de la rabia del golpe que le dio a ese niño a un miedo que no había experimentado nunca…
No recuerdo bien qué le dije, tenía 10, los recuerdos son borrosos, imagino que fue algo feo para un pendejo, pero el cura se alejó y me mandó cagando fuera de la sala. Al salir no pude menos que sonreír con ironía. Fue la primera vez que recuerdo sonreír así…
Este es el inicio. El momento en que la oveja se convierte en lobo. El preciso puto instante en que al cordero le salieron garras y empezó a cagarse sobre los otros…
Las burlas eran constantes. Ese grupillo de hueones siempre buscaban nuevos como yo para cagarles la vida. Antes estuvo un tal Manuel Ladrilleros, un pendejo enclenque hijo de dos abogados que apenas le decias “hay” él se los bajaba sin mas. Fue su mascota hasta ese año en que me vieron llegar. Pero lo que le hicieron a él a mi nunca me lo hicieron, pero estuvieron cerca. Las palizas fueron por no dejarme ser su perra. Tenían como promedio 15 años. La berga a esa edad se pone dura con lo que sea, y en un internado de niños ese “lo que sea” va desde un colchon hasta una gallina, pasando por otros niños. Y a esos pendejos de mierda le gustaban los nuevos.
Me dejaron tranquilo mientras me curaba de las costillas, otros fueron blanco de sus jueguitos en ese lapso. Y ese tiempo lo aproveché para estudiar mas sobre aquella frase que me dijo el cura. Creo que fue un periodo además de conflictivo, de una búsqueda casi paranoica por un asidero. Mis padres se llevaban como la raja. Mi viejo golpeaba constantemente a mi madre por lo que fuera, y ella callaba por su “rol” de mujer de abolengo señora de alto oficial de la armada. Debía callar porque era lo “correcto”, porque “se veria mal” y toda esa mierda, y el hueón de mi padre se aprovechaba de eso.

- Esto es parte de un libro que escribo, sin titulo por el momento, pero que ya está en marcha hace un año y tanto, el que habla es Ivan Marini, uno de los protagonistas, que le cuenta parte de su historia a una futura aprendiz, Francesca. Ivan es Mago, o Brujo, o lo que el lector de la saga quiera etiquetar de él. para mi es un mago. uno muy poderoso...
Ojo: No es la tipica historia mamona de brujos y eso....-